Cuentos Perthes – Quiero ver amanecer

Cuentos Perthes - Quiero ver amanecer

QUIERO VER AMANECER

Cuento de Sonia García Padilla

para el  I CONCURSO «CUENTA EL PERTHES CON UN CUENTO»

 

Amaneció un día precioso. Los rayos de luz inundaban la habitación donde dormía Juan. Tenía 3 años. Todas las mañanas se levantaba con ganas de ir al colegio para estar con sus amigos y amigas. Pero esa mañana algo no iba bien.

Juan intentó ponerse de pié y sintió un dolor muy fuerte en la pierna y a penas podía andar. Llamó a su madre y le ayudó a bajar las escaleras.

Durante el desayuno estuvieron hablando sobre si se hizo daño el día anterior jugando. El, no lo recordaba. Su madre insistió en ir esa mañana a que lo observara el médico, pero Juan no quería perderse la fiesta de Carnaval.

Al medio día su madre recibió una llamada del colegio. Juan no podía apoyar el pie, le dolía, lloraba. Su madre enseguida se presentó en el colegio. Y fueron a urgencias. Le miraba a los ojos y no sabia que le podía estar pasando. Solo tenía palabras de consuelo para él.

Cuando lo exploraron, la doctora le mandó una radiografía. Su madre le explicó que iban a hacerle una foto de la cadera y la pierna, pero empezaba a esta nerviosa. No quería transmitírselo a su hijo. Y jugaban, hablaban… cuando volvió a llamarlo la Doctora dijo que debían de verlo los traumatólogos.

Fue cuando leyó la primera vez en los papeles que sujetaban sus manos temblorosas, posible diagnostico: Enfermedad de Perthes. Perthes?? Que es eso??

Al explorarlo los traumatólogos su madre observaba la conversación, la rotación es mínima con dolor, y la abducción también. Tiene que estar en reposo les dijo el Doctor, no puede saltar, ni correr, ni hacer ejercicio.

Como le explicaba a su hijo, que debía de pasarse las horas de recreo sentado sin poder jugar con sus compañeros. Como lo iba a aceptar Juan. Y cómo sus amigos.

Pasaron los días y la enfermedad avanzaba. Necesitó ayuda de silla de ruedas, para poder desplazarse. Sus amigos le preguntaban qué le pasaba. Su madre habló con la profesora y con la Junta directiva del centro para explicarles qué debían hacer ante esta enfermedad en Juan.

Mostraron todo su apoyo, hablaron en clase explicando que Juan iba a necesitar ayuda de silla de ruedas y que en el recreo tendría que estar sentado. Organizaban juegos cada día para que no estuviera solo. Siempre estaban pendientes de él.

Pasaban los meses, y empeoraba. En una de sus revisiones, observaron que la enfermedad la tenía en ambas caderas, bilateral. Pero la derecha más afectada que la izquierda. Era conveniente operar. Porque tenía 5 años.

Había ido creciendo con esta enfermedad. Y sabía cuales eran sus limitaciones y cuales no. Le encantaba ir a la piscina, pasear por la orilla del río…

En el mes de Junio, se despidió de sus amiguitos y profesores, lo intervinieron de su primera Osteotomía Pélvica. Fueron 5 días de hospital, con muchos dolores, pero sus padres estaban con él jugando para que no se sintiera solo.

Un día recibió la visita de sus amigos. A Juan le hizo mucha ilusión. Pero se notaba que estaba triste de verse en esa situación sin poder moverse. Fueron tres meses los que tuvo que estar inmovilizado, en cama. Lleno de cariño y atención por parte de toda la familia. Consiguió poco a poco ir apoyando el pié, e ir andando con ayuda. Hasta poder dar pequeños paseos.

En septiembre cuando regresó al colegio, todos sus amigos y amigas lo estaban esperando. Fueron corriendo a abrazarlo y a ayudarlo.

El miró a su madre y con una sonrisa le dijo, ¨gracias por cuidarme mamá¨. La evolución iba muy bien. Pasaban los días muy rápido y conseguía siempre sus propósitos. Enseguida ya subía solo las escaleras y podía ir al baño sin ayuda.

Al año siguiente, fue intervenido de la cadera izquierda, con mejor evolución. Sigue con sus amigos, no ha cambiado nada. Bueno si, que se está convirtiendo ya casi en un hombrecito. Sabe que tendrá que tener sus terapias de Fisioterapia, Hidroterapia, de por vida. Pero también sabe que siempre han estado y estarán sus amigos y familia para lo que necesite.

Por la noche antes de acostarse, le pide un beso de buenas noches a su madre. Y ella con solo mirarle a los ojos, le transmite toda la fuerza que tiene y lo feliz que es. Ahora cada mañana cuando se levanta sube la persiana, ve amanecer el día, y respira igual que aquél día donde empezó todo.

 

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