Cuentos Perthes – Las caderas escacharradas

Cuento Perthes de Josefina Aránguez

 

LAS CADERAS  ESCACHARRADAS

Cuento de Josefina Aránguez.

 

Un día Martín empezó a andar y correr de una manera diferente. Todos se dieron cuenta y decidieron llevarlo al médico. Gracia, que es la doctora sabia de los oídos, le presentó al doctor sabio de las caderas, el doctor Villa. Martín fue conociendo poco a poco en sus visitas al hospital a todo el equipo de los doctores sabios, de los que sabían cómo tienen que funcionar las caderas.

Sus caderas  estaban un poco escacharradas, pero tenía fácil solución. Solo tenía que cumplir unas normas durante un tiempo, e ir de vez en cuando al hospital para que los sabios fueran dando las nuevas normas.

Las normas primeras eran fáciles. Consistían en andar poco, no correr y no saltar…y si las cumplía, las cosas irían mejorando. A cambio, Martín tenía más tiempo para otras actividades y se hizo un experto en puzles, libros y dibujos…y hasta empezó a aprender música y a jugar al ajedrez.

Como Martín cumplió estas primeras normas, comenzó a andar estupendamente.

Solo había un problema: los saltos y las carreras se amontonaban en las caderas y en las piernas de Martín porque estaban deseando salir en el recreo, en el jardín de casa, en El Escorial… Es verdad que, a veces, le daba  rabia no poder jugar al fútbol, pero, Martín podía ver partidos, ser árbitro, jugar al futbolín. Estaba claro que se podían hacer un montón de cosas divertidas.

Y lo de no poder saltar o jugar al fútbol también  tenía fácil solución. En realidad, las caderas escacharradas  son solo un reto en el que no hay que rendirse y cumplir siempre las normas de los doctores sabios.

Martín, que es un niño muy listo y responsable, estaba dispuesto a cumplirlas todas. Además, había normas estupendas como nadar y montar en bici.

Y así, un buen día, cuando menos se lo espere, Martín será el campeón de saltos y carreras. Porque los niños de caderas  escacharradas  tienen más saltos y más carreras que los demás: las coleccionan en sus piernas y en sus caderas. Y claro, esos saltos y esas carreras salen cuando se terminan las normas.

Y ese día, cuando Martín vaya al cole, David, Pablo…y sus profes   se quedarán patidifusos. Y en el jardín de su casa, Jimena, Hugo y Gael se quedarán con la boca abierta. Y en El Escorial, Gonzalo y Manu aplaudirán de alegría. Y ¿por qué? Pues porque, de repente,  podrán ya salir todos los saltos y todas las carreras acumuladas en fila dentro de sus  caderas.

Para mi nieto Martín, y para sus caderas escacharradas, que me han hecho quererlo con infinita ternura. Y para todos los niños de caderas escacharradas. Para que cumplan las reglas del juego que les propongan sus doctores sabios y nos sorprendan al convertirse en campeones de saltos y carreras.

FIN

 

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